Confié en que seguir el cauce llevaría al mar, descuidé los tiempos y contra todo pronóstico aparecí desnortado entre corrientes de lo más variopintas. Aun así, me acompañaba la luz, esa que te acaricia en una mañana de invierno, ofreciendo talento en la rectitud de los valores. Por supuesto que no iba a ser cómplice, pero la puerta de atrás no era una salida.
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