domingo, 6 de marzo de 2016

Mi experiencia en el Colegio Mayor Peñafiel o de cuando aprendí aprender a caminar

Empieza la era POST-MIR y creo que ha llegado el momento de poner a la altura que se merece a los Colegios Mayores.

¿Cole qué? Ahhh vaaale, residencias Universitarias.

ERROR. Lo primero que quiero transmitir es que un Colegio Mayor es mucho más que una llave y un número. Hablar de Colegio Mayor es hablar de un ritmo de vida frenético, de respeto, formación humana, humildad, colaboración, y sobre todo de valores.

Una maquinaria potentísima de crecer día a día con la gente con la que convives hasta el punto de no poder diferenciar el conjunto de las partes.

Conocí el Colegio Mayor Peñafiel, cuando la llamada de la capital castellano leonesa me rescató del grado de biología en Alcalá de Henares para empezar la licenciatura de medicina. De la que sólo el acojone de independizarte y el hecho de localizar Valladolid en el mapa inició una aventura tan fortuita como inolvidable. 

Apenas consciente de qué narices era eso de la Universidad entré de lleno a un universo académico distinto. Un couching que debería ser obligatorio para todo universitario que empieza su carrera, porque vivir en la universidad siempre es un plus.

Por eso cuando en un sitio no sólo te lo has pasado bien sino que te ha impregnado más allá de lo profesional, calando hasta el punto de poder perderte con sentimentalismos. Para mí es casi una obligación compartirlo, ahí os va la verdad del Colegio mayor Peñafiel en un resumen de mis primeros tres años de novato.

Para los indecisos entre quedaros a estudiar en casa o iros fuera. Dentro vídeo!!!


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