En la barra de la melancolía
donde las copas se cargan de recuerdos, hablar claro suponía desmontar
castillos con proyectos futuros, en una cohorte admirable y difícilmente repetible.
El amor, si verdadero, en primera persona, acariciando su presencia, soñando
con sus sueños, detrás suya, en la distancia y en el tiempo.
No le entendían, decían que se
dejaba llevar, hasta que desatado de los cuerdos, rompió el sigilo, y volando
sobre el fértil campo de las historias no contadas se dio a conocer, en una
noche oscura, en una noche que magnifica, en una noche que se transforma en ti.
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