sábado, 16 de diciembre de 2017

Blanco pero sin alas

El otro día iba por la calle cuando se cayó un niño que estaba patinando y mientras lloraba desangeladamente le preguntaba a su madre: 

-¿Mamá por qué me caigo? Difícil tarea la de ser padre y enfrentarse a las preguntas más inocentes... 

Con el tiempo olvidamos la humildad de no encontrar explicaciones y poco a poco nos encerramos en nuestro mundo de dominables banalidades.

Adictos al confort de que toda pregunta tiene una respuesta: Quizá caerse esté intrínsecamente relacionado con el hecho de andar, haciendo del error la mejor enseñanza o incluso que el motivo de andar sea evitar caerse, por no mencionar los efectos de las caídas. 

Puede también que lo estemos sobredimensionando, pero algún día volverán los maestros para retirar el velo blanco de la pizarra y devolver la ilusión a los tallos verdes que crecen bajo el rocío del alba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario