domingo, 14 de agosto de 2016

D3 - Portomarín

Noche en el albergue acompañado por 50 personas. Ni comparación con Triacastela en la que tan sólo eran 3 literas por habitación, eso sí, con batientes y estruendosas puertas.

Mi problema esa noche por tanto no era el calcetín que se me había caído de la cuerda (Nota mental: meter un par de pinzas más la próxima vez en la mochila). Ni siquiera la cantidad de gente. Recordar el dato de que 6 de cada 10 hombres en España se transforman en úrsidos tras pasar de la segunda fase no REM. El epicentro era  tanto la nula ventilación del albergue como el calor reconcentrado, ya que las literas estaban justo debajo de la caldeada madera del tejado, supongo que a base de tópicos de que en Galicia sólo llueve y hace frío. El resultado fue que mi sueño se podía medir en metros y litros de sudor. Volviéndose una tarea harto complicada si además sumamos la sinfonía de ronquidos a dos tiempos que fue in crescendo a una soberbia mezcla entre leonera y noche de truenos.

A todo esto eran las 4 de la mañana, recordemos que estoy durmiendo en una de las literas de arriba de una concurrida habitación, para bien o para mal (algún día filosofaremos al respecto). Con una oscilación que si Newton levantara la cabeza pondría en entredicho las leyes de la gravedad.

A este equilibrio inestable, no le podía faltar la oportuna contribución de la filtración glomerular del agua que te bebiste en la cena, que te hace tener que sacar tus habilidades de rapelista y tirar de chapas, mosquetones y cuerda para descender al suelo, por supuesto sin olvidarte antes del arco y las flechas por si aparece algún zombie por el camino.

6.15 am reconforta saber que tus compañeros han dormido como troncos. No sé si por lo dormido que estaba o porque ya empezábamos a estar en forma... Pero con la fresca dimos caza desayunando incluso a los que habían salido a las 5 de la mañana. Este tramo más amplio que los anteriores entre secano y bosques de pinos se caracteriza sobre todo por la impresionante llegada a Portomarín mientras vas cruzando el Miño.

Al final como no puede faltar, ducha antes de comer, siesta en la pradera del embalse (por lo menos en mi caso Glasgow 3 durante por lo menos un par de horas), caña en la terracita, bajada con el de Pucela al embalse donde conocimos a las andaluzas que se suman a la aventura, misa del peregrino en el templo-fortaleza construido en el siglo XIII y reedificado piedra por piedra en centro del pueblo debido a la construcción del embalse de Belesar. En  el que además conocimos a una de las muchas personas que sin tener nada viven en el camino.

Bonus track:

-Que el camarero en el desayuno te diga: Sir, what do you want?, y contestarle con un acentazo madrileño: Un bocata beicon.

-Plaza de Portomarín, tirando el líquido de los guisantes en la plaza del pueblo: Si haces esto en la plaza de mi pueblo te mato.

-Llenar el papo  nueva acepción de ir a comer en la RAE.

-Que se te caiga el jabón en el plato de ducha del de al lado mientras te estás duchando y en bolas te tengas que agachar para por tanteo meter el brazo y cogerlo. Salir del baño ya vestido, con los útiles y la ropa sucia sujeta en los brazos a modo de escuadra, de manera que no ves lo que estás pisando y hacer aquaplaning con las chanclas enfrente del baño de las chicas y empotrarse contra las escaleras de subida a las habitaciones.  #dando el cante #torpequién?

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