domingo, 29 de noviembre de 2015

Bitácoras

De verdad en absoluto me lo esperaba, había pasado tanto que no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Con el tiempo las cosas cambian, pero es reconfortante saber que tenemos el mapa del tesoro y simplemente empezar a dar pasos. Porque venga lo que venga si disfrutas con lo que haces y pones todo tu empeño, poco a poco las cosas van saliendo. No por cuestión de fortuna, sino como recompensa al esfuerzo, percentil a percentil, por mero ajuste de probabilidades.

Así fue, nada más salir del ascensor. Ahí estaba. Conversamos, fue maravilloso, creía sinceramente que nunca llegaría el momento, fue tan grato como el sol de media mañana acariciándote mientras reposas en la arena de la playa.


Puede parecer absurdo pero cada vez estoy más convencido de que las cosas tienen un sentido. Al igual que mi escritorio no se trata de entropía, sino de caos ordenado. Pasajeros de un viaje en el que no hay que preocuparse por un devenir de cuentos de lecheras sin seguro para cubos rotos, ni por la ansiedad de sueños quebrados. Es una propuesta mucho más sencilla, ser agricultores del día a día porque el futuro tan sólo viene después. 

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