“Ser voluntario te hace poner los pies en la tierra”
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-¿Por qué decidiste dedicar
tu tiempo al apoyo educativo?
-Ayudar a los demás es sin duda la mejor forma de invertir el tiempo.
Apostando por un valor seguro que enriquece a ambas partes, tanto en el ámbito
personal como cultural.
-¿Ha resultado ser como
esperabas? ¿Qué es lo que más te ha sorprendido?
-Ha sido mucho mejor. Como nos avisaron el primer día en Cooperación
Internacional, el que prueba repite. Lo que más nos ha sorprendido es lo
espabilados que están. Y también que, en muchas ocasiones, el problema no es
que no sean capaces de hacer las cosas, sino que la falta de cariño les
bloquea. Por eso, poco a poco, conociendo sus circunstancias y los rasgos de
las culturas de las que provienen, ayudándoles a entender la importancia del
trabajo bien hecho…se pueden conseguir resultados excelentes. Por ejemplo, un
día que terminaron de hacer los deberes y en vez de leer o hacer juegos, les
dijimos que les íbamos a bajar a ordenadores para que nos enseñaran sus
aficiones. Y les gustó tanto que, al principio, no se podían creer que no fuera
una broma.
-¿Qué aprendes tú de los
niños?
-Enseñar es la mejor forma de aprender. No sólo porque en muchas ocasiones
tienes que repasar lo que estudiaste en el colegio, sino porque te ayuda a
crecer en las virtudes que muchas veces pasan a un segundo plano en esta
sociedad tan agitada, como perseverancia, paciencia, empatía, constancia...
-¿Qué tratas de inculcarles?
-Que todo es posible con un poco de cariño, trabajo, disciplina e ilusión.
-¿Cuál es el principal reto
al que te enfrentas con ellos?
-Potenciar su creatividad, inquietudes, autosuficiencia, valores,
motivación y ganas de superación… Invitándoles a soñar, haciéndoles entender
que nosotros también fuimos como ellos y aunque estemos en la universidad, se
trata de un camino que paso a paso tienen que ir recorriendo.
-¿Cómo te ha cambiado la
experiencia del voluntariado?
-Comentándolo con Ricardo y José Mª, la verdad es que vemos que nos ha
puesto los pies en la tierra, porque muchas veces tu microcosmos es una burbuja
cerrada que te hace olvidar la situación de mucha gente que verdaderamente lo
está pasando mal. Por eso, hay que saber valorar lo que tienes y dosificar el
tiempo en las cosas que verdaderamente importan.
-¿Qué les dirías a los
jóvenes que piensan que no tienen tiempo para hacer voluntariado o que se hace
tan poco –en comparación con los problemas tan grandes que tenemos- que no
merece la pena?
-Que no es cuestión de cambiar el mundo en una tarde, sino de ofrecer tu
pequeña aportación.
- ¿De qué crees que sirve el
voluntariado que estás haciendo?
-Aparte de que los profesores nos digan que mejora su rendimiento en las
clases, todo nuestro esfuerzo habrá merecido la pena si, por lo menos, durante
el curso académico hemos conseguido hacerles ver que aprender es algo útil y
divertido. Y que no pase –cuenta entre risas- lo que una vez con un niño de
etnia gitana, que, leyendo en voz alta, cada vez que pasaba la página, al ver
más letras comenzaba el nuevo párrafo con un sonoro y desgarrador:
"¡Jaaayy!" Y es que hay muchos momentos divertidos, como explicarles
lo que es el bilingüismo y que te respondan: “¡Como nosotros que sabemos romaní
y español!”.
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