jueves, 21 de mayo de 2015

Entrevista Cooperación Internacional



“Ser voluntario te hace poner los pies en la tierra”


David Jiménez dedica tiempo y cariño, todas las semanas, a ayudar con los deberes a niños que tienen más dificultades en el colegio. Y no precisamente porque no tenga nada que hacer, porque ya le queda poco para tener su título de médico. Estudia 6º de Medicina en la Universidad de Valladolid y participa en el programa de Apoyo Educativo del Área Territorial de Castilla y León. Los alumnos que atiende están en Primaria y sufren riesgo de exclusión social. Él acude dos días a la semana con otros voluntarios, que también han compartido sus experiencias para responder a esta entrevista, como Ricardo Moreno y José Mª Eiros. Allí han descubierto que enseñar es la mejor forma de aprender.

-¿Por qué decidiste dedicar tu tiempo al apoyo educativo?
-Ayudar a los demás es sin duda la mejor forma de invertir el tiempo. Apostando por un valor seguro que enriquece a ambas partes, tanto en el ámbito personal como cultural.

-¿Ha resultado ser como esperabas? ¿Qué es lo que más te ha sorprendido?
-Ha sido mucho mejor. Como nos avisaron el primer día en Cooperación Internacional, el que prueba repite. Lo que más nos ha sorprendido es lo espabilados que están. Y también que, en muchas ocasiones, el problema no es que no sean capaces de hacer las cosas, sino que la falta de cariño les bloquea. Por eso, poco a poco, conociendo sus circunstancias y los rasgos de las culturas de las que provienen, ayudándoles a entender la importancia del trabajo bien hecho…se pueden conseguir resultados excelentes. Por ejemplo, un día que terminaron de hacer los deberes y en vez de leer o hacer juegos, les dijimos que les íbamos a bajar a ordenadores para que nos enseñaran sus aficiones. Y les gustó tanto que, al principio, no se podían creer que no fuera una broma.

-¿Qué aprendes tú de los niños?
-Enseñar es la mejor forma de aprender. No sólo porque en muchas ocasiones tienes que repasar lo que estudiaste en el colegio, sino porque te ayuda a crecer en las virtudes que muchas veces pasan a un segundo plano en esta sociedad tan agitada, como perseverancia, paciencia, empatía, constancia...

-¿Qué tratas de inculcarles?
-Que todo es posible con un poco de cariño, trabajo, disciplina e ilusión.

-¿Cuál es el principal reto al que te enfrentas con ellos?
-Potenciar su creatividad, inquietudes, autosuficiencia, valores, motivación y ganas de superación… Invitándoles a soñar, haciéndoles entender que nosotros también fuimos como ellos y aunque estemos en la universidad, se trata de un camino que paso a paso tienen que ir recorriendo.

-¿Cómo te ha cambiado la experiencia del voluntariado?
-Comentándolo con Ricardo y José Mª, la verdad es que vemos que nos ha puesto los pies en la tierra, porque muchas veces tu microcosmos es una burbuja cerrada que te hace olvidar la situación de mucha gente que verdaderamente lo está pasando mal. Por eso, hay que saber valorar lo que tienes y dosificar el tiempo en las cosas que verdaderamente importan.

-¿Qué les dirías a los jóvenes que piensan que no tienen tiempo para hacer voluntariado o que se hace tan poco –en comparación con los problemas tan grandes que tenemos- que no merece la pena?
-Que no es cuestión de cambiar el mundo en una tarde, sino de ofrecer tu pequeña aportación.

- ¿De qué crees que sirve el voluntariado que estás haciendo?
-Aparte de que los profesores nos digan que mejora su rendimiento en las clases, todo nuestro esfuerzo habrá merecido la pena si, por lo menos, durante el curso académico hemos conseguido hacerles ver que aprender es algo útil y divertido. Y que no pase –cuenta entre risas- lo que una vez con un niño de etnia gitana, que, leyendo en voz alta, cada vez que pasaba la página, al ver más letras comenzaba el nuevo párrafo con un sonoro y desgarrador: "¡Jaaayy!" Y es que hay muchos momentos divertidos, como explicarles lo que es el bilingüismo y que te respondan: “¡Como nosotros que sabemos romaní y español!”.