No se trataba de un problema de rumbo, pues en el punto en el que nos encontrábamos no había margen de maniobra. Minucia era achicar agua mientras la banda tocaba y los trozos de hielo resbalaban por la cubierta. Más allá de una actitud derrotista nos manteníamos con la cabeza fría y con los pies en la realidad. Adaptación y supervivencia dentro de la cueva de Alí baba y los 40 ladrones. Había que abandonar el barco y salvar la mayor cantidad de gente posible, porque como dice un amigo mío: Si la vida nos da limones, habrá que hacer limonada.
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