Llega el momento donde el te enseñan se sustituye por aprendo, y es justo ahí, cuando te haces responsable de hasta dónde puedes llegar. Tan sólo hay dos salidas: Al mal tiempo buena cara o enfadarse con un mundo enfadado y ¡Ay, si sólo hubiera una injusticia!
Madurez es la convicción de sentirte partícipe de un sitio, en el que solos no tenemos nada que hacer. Se trata de ser eternos estudiantes y no perder la inquietud, esa que nos hace soñar en constante alerta.
No obstante, siempre quedarán esos románticos que mantienen vivo el binomio maestro-aprendiz, ejemplo de pureza del conocimiento humilde, luz en sí mismo. Caluroso abrazo que nos hace ser lo que somos y saltar todas las barreras.
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