Érase una vez, un embarcadero de inocencia e ilusión, donde después del colegio, se zarpaba rumbo al horizonte.
Mientras unos desplegaban la mayor, otros dirigían el timón, no sin antes olvidarse de levar el ancla.
Dispuestos a todo, surcaron mares de por qués, lidiaron tormentas y alcanzaron el estandarte de sus ideales.
Ahora en las puertas del viejo embarcadero, como a través de un agujero negro, se conectaban sus múltiples yoes en lo que fue, ha sido y provendrá.
Cuantos recuerdos, cuantas tardes después del colegio, cuantas aventuras. Tenia olvidado este recuerdo que ahora tu me has devuelto. Gracias
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