
Era mucha la presión, una expansión en retroceso que me consumía la energía del día a día de tejer un manto sin la ilusión del retorno. Algo a gritos me pedía dejar en mus una mano que empezaba a sobrepasar la baraja.
Quería volver a crear.
Romper la rutina y desublimar el humo de las promesas no realizadas. Volver a escuchar esa voz que te empuja a calcular la densidad sin volumen y te invita a dejar de dividir la ilusión entre el infinito.
Regresando a Nunca Jamás para volver a arriar las velas de nuestro pequeño bloque de hormigón.
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