sábado, 28 de junio de 2014

Horizonte III

Decidida me agarró la mano, y fue extendiendo los dedos mientras continuaba…. A la vez es necesaria, porque nos permite consolidar todo lo que la luz nos ha mostrado. Decía mientras iba aplastando su mano contra la mía. Se quedó mirándome a la vez que escuchábamos el retorcer de las hojas de los árboles con la misma brisa que transformaba el verde campo en un mar de reverencias.

Continuó diciendo: La paradoja del día y la noche, el misterio del cambio cortado por la silueta de esas montañas. Muy pocas veces es tan fácil definir los límites de las cosas…

Se levantó de un salto.

¡Empújame!

¿Estás loca?

Quiero formar parte del cambio.

Conocía esa mirada desde hacía muchos años. Tenía razón, nunca había sido tan fácil…

Atravesamos la superficie casi sin salpicar, las burbujas de aire que íbamos dejando a nuestras espaldas corrían nerviosas como si se estuvieran ahogando. Aire con aire, agua con agua así estaba establecido. 

Sin embargo allí estábamos nosotros sumergidos, algo había empezado a cambiar. 

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