Decidida me agarró
la mano, y fue extendiendo los dedos mientras continuaba…. A la vez es
necesaria, porque nos permite consolidar todo lo que la luz nos ha mostrado. Decía
mientras iba aplastando su mano contra la mía. Se quedó mirándome a la vez que
escuchábamos el retorcer de las hojas de los árboles con la misma brisa que transformaba
el verde campo en un mar de reverencias.
Continuó diciendo: La
paradoja del día y la noche, el misterio del cambio cortado por la silueta de
esas montañas. Muy pocas veces es tan fácil definir los límites de las cosas…
¡Empújame!
¿Estás loca?
Quiero formar parte
del cambio.
Conocía esa mirada desde
hacía muchos años. Tenía razón, nunca había sido tan fácil…
Sin embargo allí estábamos nosotros sumergidos, algo había empezado a cambiar.