Pasará el tiempo, y recordaremos que al son de cada aplauso, improvisamos un hospital de ilusión donde hicimos todo el bien que estaba en
nuestras manos. Aprendiendo que cada instante se teje con la transcendencia que
quieras darle, que la cuita es pequeña cuando cada pieza encaja o que el
esfuerzo de entornar los ojos al sol hace que los buenos ganen una vez más.