No podía quitármelo de la cabeza,
todo el rato pensando en los tópicos: Carpe Diem dirían algunos, si no lo haces
te vas a arrepentir, que te quiten lo “bailao”. Aunque más bien el problema era
si valdría o no la pena, porque dar un primer paso cuando no estás seguro de si
va a servir para algo o siquiera de si va a funcionar es realmente complicado.
Hay ciertas cosas que es difícil
racionalizar, tampoco digo que haya que ser calculador. Más bien todo lo
contrario pero para iniciar un proyecto creo que al menos hay que tener ilusión
en él no tan sólo un capricho. A eso se sumaba la inseguridad de
si la piscina iba a estar llena de agua, la verdad es que cuando sabes que sí
es mucho más fácil tirarse, por el olor a humedad lo parecía, pero ¿Y si justo
la estaban limpiando en ese momento?
El problema es que cuando algo empieza a
ser obsesivo hay dos salidas resolverlo o como lo llamo yo: Terapia de choque.
Una buena tarde de desconexión, de descanso mental corriendo a -4ºC entre la
niebla diciendo que esa hora es la última en la que te vas a estar comiendo la
cabeza (por eso hay que aprovecharla) y luego una buena ducha, cena y un rato
con tu gente para coger la cama con un sueño reparador.