domingo, 23 de junio de 2013

Tinieblas

La gente corría despavorida huyendo no sé muy bien de qué. La verdad es que con tanto humo no conseguía ver nada. Sin embargo fue el hecho de tocar cuerpos calientes a mí alrededor lo que me empezó a asustar hasta el punto de temblar por la tensión.

Otra vez esos gritos, no podía quitármelos de la cabeza, ¡fuera! Gritaba una y otra vez, era como correr sin aire, sin vida en una pesadilla echa realidad. El mundo de las tinieblas me había rodeado y trataba de poseerme destruyéndome poco a poco. 

Me incorporé y empecé a correr a no sé dónde, pero aun así ellos sabían dónde me dirigía, había sido mucho tiempo huyendo, me conocían a la perfección. Lloraba por aquellos días en los que me había considerado infeliz, por los besos y abrazos que no había dado. Pero ahora no era el momento de arrepentimientos, mi vida de virtud se estaba consumiendo como una vela en un candil.

Me arrinconaron, notaba el olor rancio del tiempo no aprovechado, la corrupción y la decrepitud. No me quedaba elección, saqué el puñal que llevaba en el pantalón y me hice un corte limpio en el brazo, sería la última vez que vería la sangre caliente brotar de mi brazo, ¿Una solución cobarde? Puede ser, pero a partir de ahí supe que no iba a ser el mismo. Que esto me marcaría para toda la vida, por no haber tenido los escrúpulos necesarios para detener eso que crecía en mi interior desde la violación de esa niña, pecado consentido del que mi silencio fue cruel consentimiento. 

Ya se había derramado casi toda la sangre, notaba las palpitaciones de un agonizante corazón que trataba de exprimir al máximo cada latido, todo me empezaba a dar vueltas, cada vez estaba más cansado, el fin cada vez estaba más próximo.

Jamiroquai - Rock dust light star